Sobre la húmeda acera,
rotos los pantalones;
pidiendo por caridad,
lo que su triste vida
no le pudo dar.
Triste es su mirada,
por el sufrimiento,
de no tener morada.
El frío azota sin compasión
sus músculos doloridos,
por su última profesión.
Ve pasar a la gente,
que de reojo lo miran,
con gesto indiferente.
Los ricos y poderosos
piensa, con melancolía,
no son nada generosos.
J.Plou
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