Dan ganas de llorar cuando la luz se oculta,
y caen sobre el horizonte los últimos rayos,
la luz es ya vida muerta ante el crepúsculo
y sobre él, la meta final de su lenta huída.
Dejamos el trabajo cuando se apaga la vida
y una vez superada la tan anhelada etapa,
nos convertimos, en callejeros viajeros,
que ya no encuentran ninguna diferencia,
entre la fría noche y el ardor del día…
J.Plou
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